martes, 27 de abril de 2010


El combustible.


Lo que estaba ardiendo no fue lo que soñaste.

Te llaman extranjera, amante, espiga de llanto,

liquido de la mirada lubricante.

Calle misma, nadie fecundara tu canto.


Ronco apetito, sangre,

musica de sandalo, transparente todavia,

endulzaras mis manos.


Con mi alegria cierta, de algun modo

dejare una señal convaleciente

y mi hombro apoyado te buscara

y mi voz

y mi pequeño sonreir cansado.


Que esperanza tan breve es la del aire,

que pequeña la muerte cuando hablo.

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